viernes, noviembre 26, 2010

Pequeño pensamiento para salvar a los alfajores de maicena

Mi novio me obliga a escribir mis pensamientos.
Me dice que si no escribo, cada veinte minutos de vagancia literaria un alfajor de maicena sufre una muerte lenta y horripilante.
Asique me tiró un tema: Japón. Y salió esto, espero opinen igual que yo.

Japón es raro. Raro good.
En algún momento de mi vida pienso visitar esa porcioncita de universo paralelo que de alguna manera se traspapeló con el nuestro. Con visitar quiero decir ir a Akihabara y gastar todos los ahorros de mi vida en un robot con forma de transexual malayo, por supuesto.
La otra vez estaba en mi clase de japonés (porque no considero el hecho de armar rompecabezas de 50.000 piezas lo suficientemente challeging para mi cerebelo) y la profesora, que por cierto sólo habla japonés y un rústico inglés digno de un cavernícola mudo, saca su libro de texto para hacernos trabajar. En eso, veo que tiene un señalador con forma de jirafa, que luego me entero, son señaladores sticker, que se pueden pegar y despegar cuantas veces uno quiera, sin quedarnos con media página de nuestro amado texto en la mano.
Pura genialidad.
Porqué, entonces, en este lado aburrido del universo, seguimos usando señaladores con publicidades de vino Senetiner? Alguien me quiere explicar porque algo tan simple y tan plano como un señalador puede tener tanta onda y nosotros se la extraemos, cual aspiradora desmotivante? Que pasa? de oriente a occidente hay algún tipo de aduana de onda que no permite que esas cosas lleguen aca?

Encuentre las 10 diferencias

"Lo siento mucho señor, con eso no puede pasar. Claramente está violando la regla 4647.3, que especifica que el máximo de colores en una remera deben ser 4. Deposite sus pertenencias en el incinerador más cercano por favor".

Las diferencias con nuestro mundo se profundizan en el sector educativo. Las escuelas, por ejemplo, son todas estructuralmente similares, con el mismo timbre tranquilo (no, no es ese timbre disonante al que estamos acostumbrados nosotros y es el mismo que te avisa que está pasando el tren). Cambiar de escuela debe dar al niño una extrema sensación de deja vú.
Las clases, por supuesto, nos parecen tan extrañas como un evento Klingon, lleno de sorpresas. Además de las materias somníferas que comparten con occidente, tienen cocina, costura, talleres de gimnasia. Uno puede, actually, ELEGIR un club de actividades.

No como cuando yo iba al colegio, que no me quedaba otra que vivir a merced de los gustos de la profesora de turno, que nunca sabía si jugar al volley, al hockey, al quemado o tomar sol. Hablando del quemado, háganme acordar que escriba una queja formal al Ministerio de Educación por introducir al ámbito educativo un juego donde lo divertido sea intentar noquear a tus compañeritos en la nuca con pelotas de básket.

Una niña con claro diagnosis de sobredosis de occidentalismo

Volviendo al tema de las clases y talleres de cocina. Cuántos de nosotros aprendimos cosas útiles en nuestro colegio? No, no levantes la mano porque te gustaba el rubiecito del fondo y le hiciste cositas raras en el recreo, eso por más útil que sea para tu vida actual, no cuenta.
Hasta las clases de historia deben ser geniales. Mientras nosotros estudiamos gente como Sarmiento (a mi entender tan interesante como arrancarse las uñas de los pies con pinzas oxidadas) ellos estudian samuráis.
Freaking.
Samuráis.
Y ninjas.
Mientras nosotros nos contentamos con los 15 minutos literales de gloria que tuvo el Italpark (hasta que todos los carritos del Súper8 descarrilaron y se fueron volando), ellos tienen… wait for iiiiit… un parque de diversiones ninja.


Si.
Estas caminando con tu sobrino en brazos, comiendo pochoclo ninja, vestido de ninja con un helado de palito con forma de estrellita ninja y de repente *ZAS* te sorprende un ninja. HOW AWESOME IS THAT?!
Y ni siquiera empezemos a hablar de las bodas celebradas en el mundo de Hello Kitty.

Si, quiero

Cada vez me convenzo más de que Japón es, en el concepto de uno de los dioses del Olimpo, un atisbo de nuestro universo paralelo. Lo que podemos ser si realmente nos volvemos todos locos.

Podemos aprender su idioma, colonizar sus tierras y plantar una banderita en sus campos de arroz y decir que es nuestra pelopincho, pero nunca, nunca vamos a poder ser parte de ellos. La nave nodriza partió hace mucho, mucho tiempo.

I wuv you Japan, wuv you.