No estoy muy inspirada ultimamente. No sé si es que las hojas de lechuga no ayudan a la irrigación del cerebelo, o que pilates me descoloca, además de la columna, las ganas de hacer otra cosa productiva durante el resto del día.
Como tenía problemas al pensar temas de qué hablar en mi blog, le pedí ayuda a mis amigos más cercanos (los que están acá a 3 metros digamos).
Algunos me dijeron “la dieta”, pero supuse que si sigo hablando de lo poco que como, voy a recibir tomatazos virtuales a más no poder. Igual tan mal no me vendría, con lo caro que está el tomate!! Lo malo de hacer dieta es que te motivás solamente hablando justamente de lo bien que te hace deglutir verdura, y entrás en el círculo vicioso de la lechuguita, que si salís, descarrilás jodido y te mandás la napolitana tamaño godzilla que se está comiendo el de al lado.
Por suerte me tiraron varios temas más, y algunos todavía están pensandoló, como uno que me dijo: Ya te tiro un temazo! mirá!…… y baba de por medio, clavó los ojos en el horizonte y cual lobotomía a control remoto, ahí quedó. No hubo sugerencias… ni movimiento de pupila.
Hubo otras muy extrañas, como una amiga se notó muy interesada en el tema de las pastillas que tomé mientras tuve anginas la semana pasada. Yo no sé qué tipo de pastillas se piensan que yo tomo (tampoco los culpo) pero dudo que el Azibiotic y el Broncotil incluyan “re chistosos, no sabés!!” como efecto secundario de su ingesta. Creo que tengo que dar gracias que por lo menos uno de ellos haya tenido saborizante de ananá.
Y me di cuenta, al salir del último control de mi nutricionista, que los temas se habían agotado del todo, cuando otra amiga soltó: “…y porqué no hablás del hipotiroidismo?”.
Se fue al carajo.
Hoy, decidí hablar del nerdismo agudo que me caracteriza.
Desde que soy así de chiquitita, mi vida se vió rodeada de videojuegos.
Por suerte.
Estoy completamente auto-convencida de que la persona que no le gusta jugar, está muerta por dentro y no lo sabe. Es como que vivimos en una especie de mundo en el cual el Apocalipsis Zombie ya pasó, pero casi nadie se dió cuenta. Los zombies salen todos los días, pasan por mc donalds (se compran el café ahí, lo cual evidencia la falta de papilas gustativas vivas), van a trabajar al banco (lo que explica las ganas de vivir que tienen los empleados de caja) y vuelven a sus casas al ocaso, para disfrutar lo que les queda del día enfrascados en las maravillas de la televisión de aire.
Para el que gusta de jugar, y siempre tuvo su lado lúdico, la vida consta de dos etapas:
1) La aburrición
2) El vicio
La aburrición
…Levantarse, llego tarde, desayuno iei!!, trabajo trabajo trabajo, comida iei!!!, trabajo trabajo zzzzz, merienda iei!!!, trabajo trabajo omg-me-quiero-ir…
En resumen, un conjunto de horas al pedo, inevitables si nuestro objetivo es llegar a fin de mes y cobrar un sueldo fijo. Sueldo que, en cuanto llega al banco, es debitado casi instantáneamente, sin que te dé tiempo siquiera a sacarle un screenshot al HomeBanking, como para tener un recuerdo de que en algún momento de tu vida, tuviste más de 5 pesos en tu cuenta.
Changos.
El Vicio
Llegaste a tu casa!!! Templo de figuras animé en pelotas, cubeteras de space invaders y pósters de películas pochocleras. Por fin!! Tu Xbox (que tiene Kinect porque alguna vez soñaste que te reconociera la cara apenas entrás en tu casa, te recibiera con té caliente y un “Good Afternoon Laurita”) nunca dirá una palabra, pero casi que te hace sentir Tom Cruise en Minority Report, revoleando los brazos como un pulpo con convulsiones cada vez que tenés que elegir una opción.
Y ese es sólo el comienzo del día. El día empieza, justamente, cuando te enchufás.
Con enchufar quiero decir prender tu consola favorita, tu pc, tu mac (qué jugarás en mac ademas del Zuma no tengo idea, la verdad), tu gameboy color, whatever. Aquel transporte mágico a ese otro mundo ...mágico.
Para mí, todo empezó con un viaje a EEUU que hizo mi papá por negocios, y volvió con una Súper Nintendo... BEST-PRESENT-EVER
Y encima como venía con un solo cartucho (Súper Mario World), me trajo también el Zelda, a link to the Past.
Igualmente, cuando se me pasaron las ganas de jugar a esos dos (nunca, mentira) me compró el Mario Paint, que no lo conoce nadie y venía con un mouse y un mouse pad, y podías pintar cosas en la comodidad de tu sillón (si no te enredabas entre los millones de cables y morías en el intento). Eso, y atrapar moscas.
Si, venía con un mini juego que vos eras un mata moscas pixeladísimo, y cada vez aparecían mas moscas que por supuesto debías aplastar. Yo no les puedo explicar la cantidad de horas que jugué a ese mini juego, donde lo único que hacías era clickear como un condenado.
Igualmente en mis años mozos de escasez consolera, disfruté de minutos hermosísimos (nunca más de 3 seguidos) con gameboys prestadas de mis amigos en sus casas.La cosa iba más o menos así:
-“…Mirá!! mirá tengo uno nuevo, Kirby se llama”
-“Ay que lindooo!”
-“BASTA! Dame, mío”
-“…gueno ._.”
Mirar como el otro juega a algo mega interesante es tan divertido que bordea el suicidio con cucharita de plástico. Lo dije.
Pero los días de pedir prestadas consolas se terminaron. Todo tiene su fin, todo termina.
Hoy, rodeada de cosas felices, disfruto en mi casa de tantos juegos como pueda.
Y a los descerebrados que piensan que los jueguitos son pelotudeces, que sigan buscando cerebros para comer por la ciudad, como los zombies mediocres que son. Que el día que buscar retos y conquistarlos, o buscar acertijos y resolverlos sea de looser, yo me busco un charter al planeta más lejano y me voy tranquilísima (después de cargar mi PSP y mi DS). Te dejo el planeta todito para vos, así podés expandir tu inutilidad mental y tu falta de lucidez por toda la superficie.
Si loco, me calenté (?)
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