martes, mayo 24, 2005

...Tazas para Clorindo?

Uno se da cuenta de que está en el Moyano leyendo el cartel de entrada, o lo saca por lógica, notando que a su alrededor pululan proyectos de humanos envueltos en camisas con mangas de un largo inusual... además de los colores que vuelan como mariposas technicolores, obvio. Pero en un shopping es distinto, todo está muy encubierto, es todo muy normal y hasta más sofisticado que lo que estamos acostumbrados. Sin embargo, si uno se queda mucho tiempo y de reojo espía los locales y las góndolas, se da cuenta de que el ambiente es en realidad muy distinto.
Alguien se da cuenta de que la chica que tenía que atender el Stand de Movistar se fue hace tres horas para charlar con otra que esta en la otra punta del shopping? Se nota cuando alguien cae dormido en el medio del stand? Aquel chico que viene con la bandeja, porque carajo sigue dando vueltas por los pasillos y viene otra vez para acá, si ya le dije que tazas suyas acá no tenemos?
La cosa es que los cerebros con horas sin dormir se hacen presentes en el shopping, y uno que trabaja se dá cada vez mas cuenta de que hay muchos a quienes les faltan caramelos dentro del tarro, o los jugadores que tenían se volvieron locos e hicieron la gran Unabomber, como prefieran.
Y encima uno termina uniéndose a ellos para adaptarse a las largas horas de vigilia innecesarias, y se acostumbra a ver a gente subida a un banquito bailando la Macarena, a un mozo perdido que pasa siete veces por el mismo lugar mirando para todos lados, o a un chico haciendo stripptease en el medio de una góndola.
Y si, en algún momento se termina corriendo de un psicótico que te persigue con un sello Trodat.
...Y puedo asegurar que el "Aprovado por el cliente" que se repite a lo largo del brazo en tinta negra, es muy difícil de sacar.

lunes, mayo 23, 2005

Y como no tengo nada que hacer...

...escribo.
Resulta que a veces estoy tan al pedo, pero tan al pedo, que no me queda otra que dar terapia de shock a mi cerebro tratando de escribir algo coherente, que aunque sea siga una misma línea de pensamiento. Y ojo que para los que me conocen saben que es jodido.
Y uno se pudre de dormir sentado con los ojos entreabiertos por las dudas que caiga alguien de importancia mayor a un ovejero alemán y quiera entablar una conversación. O pedirse unas tarjetas satinadas.
Será que uno fue tan guacho en su vida pasada con la gente que trabaja detrás del mostrador y ahora, en esta vida, estoy pagando el precio. Justo cuando uno dice "bueno, ahora vuelvo eh!" y se prepara para dormitar cinco minutos desparamado arriba del teclado, un contingente de jubiladas sobre-adineradas corre deliberadamnte hacia el mostrador preguntando por esas lapiceritas tan bonitas que hay en vidriera. Obviamente, lanzan un gritito maricón al escuchar el precio, que no baja de los $200.-, (que quiere señora? estamos en el Design!) y se desploman desmayadas delante del mostrador.
Si si, seguro que después de que se desplomaron 17 viejas aparece una, que al escuchar el precio larga una risita irónica y te lanza la American Express Gold cual boomerang, que obvio rebotará en mi frente, porque con este cansancio reflejos no tengo.