lunes, mayo 23, 2005

Y como no tengo nada que hacer...

...escribo.
Resulta que a veces estoy tan al pedo, pero tan al pedo, que no me queda otra que dar terapia de shock a mi cerebro tratando de escribir algo coherente, que aunque sea siga una misma línea de pensamiento. Y ojo que para los que me conocen saben que es jodido.
Y uno se pudre de dormir sentado con los ojos entreabiertos por las dudas que caiga alguien de importancia mayor a un ovejero alemán y quiera entablar una conversación. O pedirse unas tarjetas satinadas.
Será que uno fue tan guacho en su vida pasada con la gente que trabaja detrás del mostrador y ahora, en esta vida, estoy pagando el precio. Justo cuando uno dice "bueno, ahora vuelvo eh!" y se prepara para dormitar cinco minutos desparamado arriba del teclado, un contingente de jubiladas sobre-adineradas corre deliberadamnte hacia el mostrador preguntando por esas lapiceritas tan bonitas que hay en vidriera. Obviamente, lanzan un gritito maricón al escuchar el precio, que no baja de los $200.-, (que quiere señora? estamos en el Design!) y se desploman desmayadas delante del mostrador.
Si si, seguro que después de que se desplomaron 17 viejas aparece una, que al escuchar el precio larga una risita irónica y te lanza la American Express Gold cual boomerang, que obvio rebotará en mi frente, porque con este cansancio reflejos no tengo.

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