Luego de mi infructuosa experiencia laboral en un shopping he decidido dedicarme mas a lo mío. Como ya todos saben (???) soy diseñadora gráfica, así que mi interés inmediato era acumular experiencia en el rubro. Comencé así mi búsqueda por estudios de diseño, desde los ya muy conocidos a los que no los conoce ni el loro.
Un día me llamaron para una entrevista de un estudio mas o menos chico, pero que hacia trabajos aparentemente grandes.
..."Ahhh pero estábamos buscando gente con experiencia" (entonces para que me llamaron si en mi cv dice que no tengo experiencia)
..."Pero bueno vamos a ver si en lugar de gente con experiencia podríamos incorporarte a vos y algún otro mas"
Ahí me tendría que haber sonado la primer alarma, pero no, mi cerebro es a prueba de indirectas, as que no me sonó nada y nada pareció sospechoso.
La realidad era que estaban desesperados, así que me llamaron para una segunda, una tercera, una cuarta y sisi, una quinta entrevista con una psicóloga, que me hizo hacer dibujitos de un árbol y por alguna extraña razón estaba muy interesada en que la llame.
NOTA: Acá me tendría que haber sonado la segunda alarma, especialmente cuando la psicóloga me repetía una y otra vez lo difícil que puede llegar a ser un ambiente laboral... pero no.
Sin ninguna alarma, seguí por la vida y entré a trabajar. De buenas a primeras me enteré que nadie se tomaba el horario de almuerzo completo, y que la hora de salida era un poco... variable digamos. Con los días el trabajo se volvía mas una carrera que otra cosa. Corríamos para llegar con los tiempos de entrega a los clientes y pronto me tuve que interiorizar en el trato con los proveedores ("te llego mi mail para la bajada de películas? yo se que es imposible, pero es para AHORA... nono no me pegues por favor").
Ahi tuve mi primera reunion, de esas que tu jefe te llama con un "Lau, podemos juntarnos un momento?" CHAN Resulta que yo no soy muy ducha con las palabras, y menos con gente que no conozco. Y todavía menos si se trata de apretar con los tiempos a gente que no conozco. Me tragué entonces un discurso de media hora sobre porqué apretar a los proveedores era súper importante, y cómo eso podía llegar a ser crucial en mi crecimiento como persona y diseñadora.
No entendí mucho, pero yo tengo espíritu de esclava, así que acaté ordenes y comencé a tratar a la gente con menos cariño y más cara de culo.
Las cosas empeoraron cuando los demás empleados empezaron a sacar los trapitos al sol. Una de mis colegas diseñadoras tenía úlceras de los nervios y una chica de recursos humanos se descompuso con taquicardia en plena reunión con un cliente (Alarma número tres!!).
A esa altura mi cerebro ya se había dado cuenta, y ya no me gustaba. Y todo empeoró (si, empeoró) cuando la dueña del estudio volvió de vacaciones, y de una forma sádica y ponzoñosa, me quiso poner a prueba. Y poner a prueba a alguien aparentemente significaba tener comportamientos psicóticos bipolares, insultando y tirando flores a gusto, o tal vez era dependiendo del clima. Nadie lo sabe. A todo esto, tenía que sumarle mi paga de dimensiones liliputienses, que mes a mes (y porque probablemente les daba vergüenza) me iban subiendo de a poquito.
Contenta no estaba. Con el tiempo me fui olvidando que tenía una vida, y llegaba a casa cuando podía. Uno de esos días de horario alargado, a eso de las 8 de la noche, me di cuenta que estaba cortando 10 packagings distintos de alfajores, estaba sola, y se me estaba escapando un lagrimón. Así que ahí me decidí y, como estaba en vísperas de vacaciones, decidí irme y no volver.
Fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida. A la segunda semana de vacacionar panza arriba en el inflable de la pileta de mi novio, comiendo papas fritas y tomando daiquiris de banana, me decidí y llamé a mi jefa. De más está decir que se habían acostumbrado a mis ganas inconscientes de trabajar sin recompensas, así que me ofrecieron desde plata, mejor horario, trabajar part-time, free-lance, y hasta no ver a mi jefa (???!!) para que me quede.
Repito, fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.
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